La Juguetera

martes, 5 de mayo de 2015

Cinco minutos más

Me lamió la cara, dejando caer un chorro de baba que recorría mi rostro llegando hasta mi cuello...

El día estaba siendo agotador. Había recibido mercancía, las cajas estaban repartidas por toda la tienda, entorpeciendo a los clientes y a cada paso que daba, mi integridad física corría peligro. Tenía casi toda la nueva colección colocada a falta de algunos tangas que perchar y exponer en uno de los frontales. Terminé de atender a una clienta algo pesada, que deseaba que yo misma le buscase algún conjunto con el que sorprender a su marido esa noche. No sé si mis clientes se darán cuenta pero, no conozco los gustos de los maridos ni de las esposas de nadie y, hacer señas con las manos como si estuvieran agarrando los pechos de su pareja, no puede considerarse una unidad de medida. Salí del mostrador, fui hasta la parte trasera del local y, dando la espalda a la puerta, me agaché para coger la mercancía que aún quedaba dentro de la caja.

-Buenas tardes ¿Podrías ayudarme?

Era una voz varonil y profunda, como la de los locutores de radio. No me esperaba a nadie justo detrás de mí. De la impresión, resbalé y caí al suelo, siendo mis nalgas quien se llevasen todo el impacto
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